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Foto del escritorAna María Cuesta Rodríguez

A los estudiantes de periodismo


Pasé cinco años en una facultad de comunicación social ilusionada por aprender de los medios y escribir y lograr un espacio en el periódico de Cartagena. Fueron años románticos de crónicas intentando imitar a García Márquez, describiendo casonas y a los caminantes de la amurallada hermosa. Años de formación con teorías que 15 años después no he aplicado y clases imparciales, tal vez en exceso, por la ausencia de críticas o contexto de los medios en los que haríamos prácticas o trabajaríamos después.


Todo esto para contarles que mi formación, y tal vez la de muchos de mis colegas, ocurrió en la más absoluta ingenuidad con las buenas intenciones de maestros que nos fortalecieron como escritores. Y nadie tiene la culpa de nuestros ojos cerrados.


A ustedes, que se encuentran en una facultad de periodismo, hoy no quiero hablarles del capítulo que han escrito los medios en la historia del país con la sangre de sus trabajadores. Quiero contarles que en la práctica se van a encontrar cositas que los van a decepcionar o preocupar, especialmente en el periodismo que se hace en las regiones, pero que es necesario hablarlas si aspiran a tener una voz en un medio tradicional.


1. Hay intereses económicos y políticos: Siento que hemos regresado al siglo pasado con diarios que advertían su trabajo desde la orilla conservadora o liberal con el diagnóstico que las audiencias nos han dado a los medios de izquierda o derecha, aunque todos pregonemos imparcialidad. Estamos monotemáticos con un antes y un después de Uribe y hay sectores de la prensa que ofician como sus defensores o acusadores. También hay prensa amiga u opositora de los gobiernos de turno aunque nos incomoden esos rótulos. En lo que llevo ejerciendo esta labor nunca había presenciado una renuncia masiva de directivos y periodistas, como la que acaba de ocurrir por el cambio de rumbo en la Revista Semana tras la llegada de la directora Vicky Dávila con los nuevos dueños del grupo editorial. Si usted se siente incómodo con la idea de trabajar en un medio o con un líder de determinado color, es válido. Revíselo. Pero piense que esto es un camino, que su trabajo es valioso y sus aportes estarán por encima de cualquier color


2. Hay censura: Se van a encontrar con personas a las que no les interese publicar una investigación o una noticia que, por ejemplo, perjudique al sujeto al que le apostaron en campaña, con el que tienen vínculos contractuales o fuertes simpatías. Usted espera contar la historia del fraude electoral pero alguien le dirá que no sirve y en contraste le to que contar la hazaña de un delfín "promesa". Y esto no saldrá en las noticias. Hay mucha valentía entre los colegas que denuncian públicamente estos episodios pero también siento empatía por quienes omiten situaciones por la continuidad de sus trabajos


3. Hay persecución e intimidaciones: Las publicaciones de temas críticos o controversiales le conllevarán a elogios y a una satisfacción personal pero siempre tendrán consecuencias. Si usted quiere denunciar actos de indignidad se encontrará con la oposición de los afectados. Intimidaciones a través de mecanismos judiciales o descalificaciones públicas relacionadas con su trabajo o su vida personal. Su seguridad y la de sus familias eventualmente también podría verse en riesgo


4. Hay discriminación y acoso: Posiblemente se encuentren espacios en los que no contraten a personal al que consideran 'poco agraciado', 'pasado de peso' o 'afeminado', o espacios que, en contraste, busquen ciertos atributos para sus empleados. He conocido procesos en los que descartan o perjudican a perfiles brillantes por criterios superficiales. Y también he conocido casos de acoso sexual en entornos mediáticos pero muchas víctimas no denuncian por conservar sus empleos y perseguir sueños.


5. 'Palanca' y múltiple competencia: Esto ocurre en la mayoría de ámbitos laborales pero la situación se agrava para los comunicadores que piensan que con el diploma tendrán algo seguro. En Colombia cualquier persona puede aspirar a un puesto de periodista, con o sin título, con base a la libertad de expresión que nos garantiza la Constitución. No tenemos tarjeta profesional y nuestras plazas no son exclusivas para los de nuestra especie. Pagar millones por una carrera y un diploma no garantiza que seamos indispensables.


***

Mi propósito no es generalizar ni señalar a ninguna compañía particular. Debo reconocer que esto no ocurre en todos los medios de comunicación del país pero son situaciones comunes y poco ventiladas que deben conocer los periodistas en formación en este momento de crisis en el gremio.


Quienes elegimos una vida y un camino en el periodismo deseamos que la libertad de prensa, integridad e independencia de los medios trascienda a los salones de clases y a los discursos ceremoniales y de foros.


PD: No quiero asustarlos, hay muchas retribuciones y experiencias hermosas asociadas al oficio. Les compartiré las mías en una próxima entrada

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